Se la conoció siempre con el nombre de "capilla de San Bautista y capilla de los Hernández". Se accede a ella por un arco apuntado abierto en la nave. La bóveda es parecida a la de la capilla paralela, pero aquí las claves no están labradas y carecen de láureas. Las ménsulas de arranque de los nervios llevan escuditos lisos. Hay dos retablos:
Retablo del Santísimo
Muestra claramente sus características barrocas por su profusión de adornos y horror al vacío. Su estructura está constituida por cuatro columnas salomónicas churriguerescas en derrame, un enmascarado entablamento con el claroscuro de entrantes y salientes, y un frontón que es como un segundo cuerpo del retablo.
En la puerta del Sagrario se ve pintada sobre la tabla la figura de San Ramón Nonato, enamorado de la Eucaristía. En el nicho principal hay una buena escultura de la Virgen del Rosario, de finales del siglo XVI principios del XVII. Además de su cuidada talla en ropajes y rostros, presenta buena policromía. Los rayos que la bordean son posteriores y postizos. Dos angelotes, bajo los casetones de intradós del arco, están en actitud de coronar a la Virgen.
Una cartela barroca con profusa ornamentación une este cuerpo del retablo con el de arriba, recargado éste además con una especie de baldequinado formado por dos columnitas exentas. En la reciente restauración de la iglesia se ha descubierto en ese ático una buena pintura de la cabeza de San Juan Bautista en una bandeja, con un filacteria que dice "ecce agnus dei"
Retablo de la Inmaculada

El otro retablo de esta misma capilla es también de traza barroca, pero sin tanta ornamentación. Data de la primera mirad del siglo XVII. Su estructura la constituyen las dos columnas salomónicas del centro y las abalaustradas de los extremos sobre ménsula con pequeños talantes y rematadas de los extremos sobre ménsulas con pequeños talantes y rematadas en capitel corintio; un entablamento lleno de movimiento y claroscuros por sus líneas discontinuas; y el ático con aletas en los lados
Entre las cuatro columnas se generan tres hornacinas, con prestancia de la central. Los costados laterales se exornan de forma barroca con pabellón partido o guarniciones de media águila imperial bicéfala a cada lado.
En el lado izquierdo está una imagen barroca de San José con el niño, de bella factura y con amplia vestimenta. Y a la derecha se ve una escultura de San Antonio Abad o San Antón, del siglo XVII y -buena calidad en su conjunto, tiene fuerza en su barba miguelangelesca, vestiduras policromas abaciales y evangelio en su mano derecha y báculo- el clásico cerdito a los pies.
En el ático hay un relieve que recuerda que este retablo estuvo dedicado en un principio a la Virgen del Rosario. En efecto, se presenta en él a Santo Domingo de Guzmán, fundador de esta devoción mariana. Porta un ostensorio y un libro que puede ser la Regla de los Dominicos. A sus pies tiene una cabeza de cachorro, aquí ladeado y portando en la boca una antorcha o vela encendida, según la cisión que tuvo en sueños su santa madre cuando estaba en gestación y vio "que iluminaría e incendiaría el mundo".

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